
Sanación Individual y Colectiva
Michelle Buton | Marzo 2022

Del glamour de grandes producciones a la conexión profunda con ella misma y su entorno, Michelle Button encontró en el hikuri una manera de sanación individual y colectiva. Durante 15 años, Michelle ha caminado de la mano del hikuri y la música, un eje siempre presente en su vida. Hoy hace sound healing, realiza ceremonias y acompaña a quiénes así se lo pidan. Para ella, el hikuri nos recuerda de dónde venimos: del amor y la luz, sólo que muchas veces lo olvidamos.
Platicamos con ella para que nos contara sobre su vínculo con esta planta que ha sido su maestra. Esto es lo que nos dijo.
Santo Siclobe (SS). Platícanos un poco sobre ti, cómo empezaste a entrar a este mundo de psicodélicos.
Michelle Button (MB). Buenas tardes. Ometeotl. Con el permiso del creador-creadora, de las esencias, de los guardianes de cada uno de los rumbos. Con el permiso de mis maestros, mis maestras y los pueblos originarios que custodian las sagradas plantas. Con el permiso del abuelo fuego, la Madre Tierra, del abuelo viento, de la abuela agua, padre sol, madre luna. Me presento como Michelle Denise Button Carrillo. Tukiama los nombres que he recibido de mis maestros de ceremonia. Digamos mi nombre de fuego, mi nombre de siembra tolteca y mi nombre de conciencia de krishna.
Soy una caminante de la vida. Desde chica siempre creí en un mundo de paz, amor y armonía. A pesar de que en casa me decían que no existía ese mundo, cuando salía a ver las estrellas sabía que había algo más.
Antes del hikuri, fui directora de mi propia agencia de relaciones públicas y brand management para marcas de lujo, donde trabajé en grandes producciones. También por un tiempo fui DJ. Pero eso cambió cuando unos amigos, después de una caminata en silencio en el Tepozteco, me invitaron a una ceremonia en el desierto, en Wirikuta, la tierra sagrada del hikuri.
Mi vida tuvo un antes y un después de la ceremonia. Llegar a Wirikuta, en la presencia del abuelo fuego, Tatewari, y comulgar con el hikuri me abrió el mundo. Fue como si se me cayera un velo. Por aquel entonces, tenía la inquietud de hacer un festival de música por el medio ambiente, pero fue sólo allí que tuve la visión más clara e hice mi compromiso con el abuelo fuego.
Llegaron varios cambios. En menos de un mes ya estaba de regreso en Wirikuta, ya había entrado a los temazcales, ya había empezado terapia. Dejé de mezclar y me alejé del círculo en el que estaba. Empezó una etapa de transición en donde la agencia boutique que había creado, de las más reconocidas, ya no era mi objetivo de vida. Ahora quería aplicar todo mi conocimiento hacia algo que dejara un bien en la comunidad.
No había duda. Para mí fue llegar a casa. Regresé a casa y me comprometí a echarle ganas. Entrar hasta la la cocina. Al 100%. Sea lo que tenga que ser.
SS. ¿Por qué crees que conectaste con el hikuri de esa manera?
MB. Yo siento que muchas veces la planta que te abre a esta consciencia se vuelve tu maestro o maestra. Para algunos es la ayahuasca, para otros es el hikuri… Anteriormente ya había caminado con otras plantas, pero el hikuri me llegó directo al corazón.
A través del hikuri aprendí que la medicina somos todos. Si sanas tú, sanamos todos. La relación que uno hace con uno mismo, se extiende a otros círculos. El primer círculo es la familia. El segundo son las amistades. El siguiente, la comunidad. El siguiente, la Madre Tierra. Es un círculo en espiral, pero empieza con uno mismo: en reconocer nuestras sombras, nuestra luz, dolores, tristezas, alegrías… Eso me ha llevado a sanar la relación conmigo, con mis papás, con mi familia. Para mí es como ir a diez terapias en una noche.
SS. ¿Qué es el hikuri en tu experiencia para estas culturas? ¿Cómo has vivido esta conexión que tienen los huicholes con sus ceremonias de hikuri?
MB. La leyenda dice que hace mucho tiempo, terribles enfermedades, sequías y hambres acecharon la comunidad. Los venerables abuelos decidieron enviar a cuatro jóvenes de cacería con el fin de llevar alimento para la comunidad. Los jóvenes representaban los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Los días pasaron y los jóvenes no encontraban sustento alguno, hasta que una tarde un venado saltó desde las flores.
El venado inconscientemente los guió hacia Wirikuta (desierto sagrado para los mixarikas en San Luis Potosí). Cuando el venado y los jóvenes se encontraron cerca del Cerro de las Narices, el venado se arrojó hacia el lugar donde habita el espíritu de la tierra. Los jóvenes lo siguieron, pero no lo encontraron. Cuando uno de ellos disparó una flecha a lo que le pareció era su presa, se encontraron un venado formado por peyotes que brillaban. Agarraron los peyotes y se dirigieron a la montaña wixarika. Una vez de vuelta a su lugar de origen, relataron la historia a los abuelos y entregaron las plantas. Los ancianos repartieron los cactus a la población para que saciara su hambre física y su sed espiritual.
Desde entonces, los mixarikas adoran el hikuri, que bajo la forma del peyote es su maíz y como venado es el guía que los lleva al gran espíritu. Cada año los huicholes emprenden el peregrinaje para “cazar” el venado azul, al cual le hacen ofrendas como agradecimiento por permitirles el acceso al mundo de lo invisible, desde donde logran curar las heridas de su alma.
A un maestro, un día que alguien le preguntó: ¿qué me estás entregando? Pues le dijeron: son millones de años de sabiduría. Para que crezca el hikuri, tienen que pasar 50, 100, 200, 300, 400 años. Recibimos toda esa memoria que despierta la consciencia. Por eso es que en estos tiempos es tan importante que las plantas se manifiesten.
SS. Hablando de estas medicinas y la apertura de consciencia, ¿crees que trabajar en comunicar estas medicinas, estas plantas, genere un cambio: una conciencia colectiva más fuerte, más poderosa?
MB. Imagínate que es una onda. Es una vibración. Es una ola. En la medida de que conecte más gente a esa ola y a esa onda vibratoria, se va haciendo más poderosa y empieza a permear en la colectividad, que lo podemos ver ya hoy.
El hikuri nos ayuda a salir de las programaciones, de la Matrix. Nos abre al camino del amor, directamente al corazón.
SS. ¿Nos platicas sobre el sound healing que realizas?
MB. Sí, obvio, feliz. Como saben, yo soy amante de la música. Cambié las tornamesas por los cuencos. En el mismo camino de las plantas pude reconocer, a nivel espiritual y energético, cómo con un canto, un tambor, con una sonaja, cómo la música sí restablece la armonía del ser.
Cuando entré a estudiar musicoterapia, y fui a una meditación que una señora estaba dando de cuencos, dije: “wow, esto es lo mío”. Decidí profundizar en el estudio de energías, de vibración, frecuencia y cómo es… Esa frecuencia, que es el sonido que nos conecta con dios, aunque sea un instante. Hay un instante en que la música nos mueve dentro, porque toca las fibras de nuestro ser.
La planta nos abre la ventana y el sonido, la música, afina nuestro ser. Esa afinación del ser es a nivel físico, mental, emocional, energético, espiritual y cósmico porque somos todos esos cuerpos.
Hay mucha información resguardada que, a veces, genera bloqueos por vivencias, traumas, experiencias de nuestra vida. Estos trabajos son una especie de operaciones cósmicas, el sonido logra tocar todos los aspectos de nuestro ser para que recordemos quiénes somos, que recordemos de dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos. ¿Y de dónde venimos? Venimos de la luz, del amor. Somos polvo de estrellas.
SS. Cuando haces una ceremonia, ¿cómo te preparas?
MB. Me preparo una semana antes. Evito el alcohol, el sexo, hago un detox general. Lo más importante antes de una ceremonia es sembrar una intención. Puede ser tan abierta como: “quiero abrir mi corazón” o tan específica como: “quiero sanar la relación con mi mamá”. Mientras más específico, obviamente más clara va a ser la respuesta del espíritu de la planta. Todo esto es para cuidar tu energía.
A veces hago ayunos más fuertes, más profundos. Ayuno de líquidos, del sirope. Cuando es una ceremonia también se sugiere, si trabajas con el hikuri, no comer sal porque también es una ofrenda que igual ya sabes con la abuela, con la ayahuasca…
Y el después así como llevar una dieta por lo menos tres días después, es muy importante y un acompañamiento terapéutico y de allí pues nos dejan tareas. Hay que hacer la tarea.
SS. ¿Qué le recomendarías tú a las personas que están empezando a usar estas medicinas, o cualquier tipo de psicodélicos?
MB. Lo que hay que entender es que es un camino. Es un puente y también es un camino. Mi invitación a quienes están empezando es que se vinculen con respeto con los originarios, que sepan con quién están trabajando. Asimismo, requiere de un acompañamiento terapéutico porque mueve muchas cosas. Pone en duda todas las creencias que ya tenías de toda una vida y de repente se te cae el mundo y entonces ya no sabes.
Para mí sería sentir dentro de ti si hay un llamado… te llega. Hay un momento en el que dices me está llegando hacer un trabajo con una planta o incluso puede ser que empieces con un temazcal o un sound healing o una ceremonia de cacao.
Hagan caso a su intuición porque el alma nos habla, pero muchas veces no le hacemos caso porque luego nos enrollamos con lo que dice la familia, los amigos, lo que pasa afuera. Hay que hacer caso a lo que te está diciendo tu corazón, tu intuición, tu alma, tu sentir… estamos en un momento de parteaguas de la humanidad.
